Yaa- Nua – La Estrella

Arutam trae el amor matrimonial y origina las pléyades. Mushach

Antiguamente nuestros antepasados iban con frecuencia a dormir en las orillas de los grandes ríos, para encontrarse con Arútam. Solían acostarse debajo de un cobertizo, llamado ayamtai, que construían cerca de la playa. dos hermanos solteros, después de toma36484699-공간-달과-별이-빛나는-하늘입니다-벡터-일러스트-레이-션-r zumo de tabaco se acostaron en el ayamtai para pedir a Arútam que les concediera un matrimonio feliz. Mientras estaban acostados el cielo se cubrió de hermosas estrellas, que iban aumentando su brillo, en la medida que avanzaba la noche. Mirando embelesados, los dos comentaban: ¡Quién pudiera darme en esposa una de esas estrellas encantadoras! ¿Cómo estarán hechas las estrellas? ¡Tal vez verdaderas mujeres! Uno de ellos afirmó: Nuestro viejos dicen que ese brillo viene de sus antorchas, Solo cuando ellas prenden la brea de sus antorchas , nosotros podemos verlas. El otro añadió entusiasta: ¿Quién me diera esa, la mas hermosa! Enseguida esa estrella se desprendió del cielo y se precipitó en la tierra, inundada de una luz maravillosa, seguida el semblante de un esfínjido mea, uno de los jóvenes la envolvió rápidamente en su vestido itip. pero el otro se asustó y la tiró lejos con un gesto incontrolado de terror. Como Arútam detesta a los cobardes, la estrella se regresó inmediatamente al cielo más luminosa que antes.

Al darse cuenta de su error, se llenó de tristeza y suplicó a Arútam de tenerle compasión. Ayunó largo tiempo, pero Arútam le condenó a vivir solo en la vida. El otro hermano al contrario se quedo y en instantes esa oruga se transformó en la mas hermosa de las mujeres. Presentándose le susurró al oído: Yo soy Yaa- nua (mujer estrella) y me da mucha lástima la cobardía de tu hermano. El tiene la culpa que se haya regresado mi hermana, que es mucho mas hermosa que yo.

Las estrellas más pequeñas son las más hermosas, pues las grandes suelen tener exzemas en la piel . Tu eres dichoso, porque yo te haré feliz y te llevaré conmigo luego al cielo conmigo.

El hombre quedó prendado de ella y la tomó como esposa. Ella comenzó a vivir con él sobre la tierra, pero solía visitar con frecuencia a su madre en el cielo. Iba todos los dias a la huerta con la suegra, que la reprochaba continuamente porque, en lugar de colocar la yuca en el chankin para llevarla a la casa, ella se la tragaba rápidamente. Llegaba a la casa vacía y acercándose a la olla de fermentar muits, arrojaba en ella lo que había comido . Luego colocaba un poco de agua en la calabaza y volvía a vomitar en ella, hasta llenarla. El masato de la muits se transformaba en una chicha nijiamanch muy sabrosa y lo vomitado en la calabaza se tranformaba en fragante chicha punu. El marido la tomaba ávidamente, porque tenía todos los sabores. Ella se tragaba los maníes, los vomitaba sobre el plátano que mezclaba con ají y amasandolos formaba unas ricas tortillas, llamadas michak. Con esa comida y esa bebida el marido no volvía a tener ni hambre ni sed. Recibía tanto vigor que no sentía fatiga en el trabajo. Se sentía siempre lleno, porque no sentía nunca la necesidad de defecar y de orinar. Tenía que llegar a ser inmortal como su esposa que vivía sin alimentarse, porque jamás podía vaciarse, por falta de ano.

Solía ofrecer a su esposo unos ricos tamales. Para confeccionar los tamales, tenía tantas hojas amontonadas debajo de la cama, que parecían una madriguera de armadillos. nadie se había dado cuenta que en medio de esas hojas tenía escondidos tres hermosos hijitos que acaba de parir . Como eran hijos de una estrella, se despertaban solo por la noche para recibir el seno de su madre. pasaban el día durmiendo.

Yanua hacía todos su quehaceres de noche y de día acompañaba al esposo a la caza con los bríos de una jovencita, aún en los días inmediatamente despues del parto.

La suegra se quedaba en la casa malhumorada, repitiendo con enfado: Alimenta a mi querido hijo solo con el vómito y lo hace dormir entre basuras.

Un día quitó las quinchas de la cama, botó las hojas en el basurero y barrió toda la casa con esmero.

Yaa nua que estaba de caza con su esposo exclamó; ¡Algo grave está pasando con mis hijos, porque mis pechos están llorando. Regresemos enseguida! Encontró a sus hijos sentados sobre el basurero, tiritandode frío y llorando amargamente. Buscó de calmarlos , dándoles el pecho y acariciándolos, pero todo fue inútil. No había como consolarlos, porque no estaban acostumbrados a la luz del día. Lloraban día y noche sin parar, hasta que se les torcieron los labios y se transformaron en esos caracoles aplastados de boca torcida, llamados úut (a)

Por esta razón, cuando los bebés lloran, nuestras abuelas les dicen, mostrándoles un caracol úut(a): No llores más, para que no se te tuerzan los labios como los hijos de Yaa Nua . Para que los hijos no lloren, ensartan los caracoles úut(a) y los cuelgan en las amacas de los niños. Cuando el bebé quiere llorar, hacen sonar los caracoles a manera de cascabeles, diciendo: ¡No llores, no llores, que tengo la boca torcida de tanto llorar!

Yaa nua a pesar de dar a luz a otros hijos ya no quería vivir sobre esta tierra, diciendo: Aquí me persiguen, me tratan mal: Voy a regresar al cielo. El esposo buscaba consolarla, dándole todo su cariño, pero ella le rogaba: Escóndete dentro de mi cabellera y agárrate fuertemente y en un abrir y cerrar de ojos estarás conmigo y con tus hijos en el cielo. Pero el marido tenía miedo, a pesar de quererla tanto. Ella decidió entonces irse sola. Después de aconsejar a sus hijos, mandó un fuerte sueño a su marido y comenzó a elevarse hacia el cielo. El marido oyó en sueños que le decía con cariño: Subirás también tú con mis hijos. Te estaré esperando y si no vas a llegar sufriré mucho. Apenas el marido abrió los ojos, pudo ver que estaba allá arriba muy luminosa, sentándose entre las demás estrellas. Los hijos crecieron rápidamente y , al hacerse adultos, construyeron una balsa con palos. Pasaban los días navegando por los ríos, explorando lugares lejanos. Regresaban solo por la noche, contando a su padre sus aventuras. Un día se marcharon, llevándose también fiambre para comer. navegaron en dirección de su madre Yaa nua todo el día y ya no volvieron donde su padre. Este, preocupado, se fue al río para esperarlos, pero viendo una balsa lista, comenzó a navegar, escrutando en las angosturas culebreras del río y lanzando lejos su mirada en los grandes remansos, en esperanza de encontrarlos. Finalmente los vio, allá lejos, que navegaban de prisa, alejandose siempre más . Apuró su navegación para darles alcance, los llamó con voz en cuello y con sonoros silbidos… pero pronto los perdió de vista. Los hijos, descansaban cada noche bajo un cobertizo llamado áak, que construían a las oríllas del río. Se alimentaban con los peces que cogían y se alejaban, dejando preparada la comida también para su padre, para que no perdiera tiempo en su seguimiento. Su padre los seguía afanosamente. Consumía rapidamente la comida que le dejaban sus hijos y después de un breve descanso reemprendía la marcha, diciendo para sí: ¡Mañana los alcanzaré!Los hijos llegaron finalmente al borde de la tierra, en donde la tierra se termina. Recogieron unos penachos de los pinchos florecidos en el borde de la tierra y, tirándolos a manera de lanza, los clavaron en la bóveda celestial. Luego treparon hasta el cielo avanzando uno tras otro, agarrandose firmemente a los penachos clavados. Su padre, a pesar de todo el deseo de seguirlos, no alcanzó a agarrarse a los penachos y se quedó en la tierra. Haciendo el camino de regreso entre privaciones y lloros, enflaqueció sobre manera y llegó a la casa sumamente extenuado.

Elevando los ojos al cielo, se dió cuenta que también Yaa- nua lloraba de pena y que sus hijos reunidos en el cielo, titilaban temblorosos formando las pléyades Mushach.

Esto solían enseñar nuestros abuelos.

Tomado de : Arútam – Mitología Shuar Siro Pellizzaro Colección 500 años Abya – Yala

Visita el Museo Abya – Yala un Rincón de la Amazonía en Quito

Av. 12 de Octubre 23 -116 y Wilson Quito – Ecuador

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